Peregrinos:
Ángel Sánchez, José Enrique Reig, José Luis Agulló, Manolo Amores, Miguel de Marco, Miguel Navarro, Paco Solís.
Ángel Sánchez, José Enrique Reig, José Luis Agulló, Manolo Amores, Miguel de Marco, Miguel Navarro, Paco Solís.
No debería empezar
este relato sin advertir que tenía un prejuicio por este tramo del Camino por
considerarlo como una ruta demasiado trillada, un espacio poblado de
"domingeros" oportunistas ansiosos por cumplir el trámite de
"hacer" el Camino con un mínimo esfuerzo, y alcanzar el título, la
Compostelana, como el que compra un souvenir.
Nada más llegar a Ocebreiro, esta idea se fue diluyendo, y
las sensaciones que me producían las vivencias de esta aventura, es lo que voy
a relatar en estas líneas.
O Cebreiro es la entrada de Galicia en el Camino. Un
enclave situado a 1300 m. con un monasterio del siglo IX, la hospedería y las típicas
casas de origen romano, las pallozas. Desde un montículo situado al sur,
coronado por una gigantesca cruz metálica, se puede observar toda la belleza
del conjunto de granito y pizarra, así como la magnífica vista que se ofrece
hacia las tierras de León, con Ponferrada reposando en el valle; y al oeste, la
Galicia que luego tendríamos que transitar para llegar a nuestro destino.
En la Venta Celta conocimos a Jaime, un escocés que había vivido en Ibiza y ahora lo hacía en Chipre. Luego saboreamos las primeras raciones de caldo gallego, de lacón, de empanada gallega. En el albergue municipal, "disputamos" el alojamiento con la "Cordobesa", que luego resultaría una voz conocida en todo el trayecto.
Primera
etapa 13/05/2014
Ocebreiro –
Triacastela
Iniciada la marcha el día 13, la niebla, al dispersarse,
nos fue descubriendo todos los matices cromáticos del entorno y la luz nítida
que lo inundaba. Cruzamos primero Hospital Da Condesa, después el alto do Poio
y el paraje de Fonfría, donde se inicia el descenso. En este tramo, un
lugareño, al que adelantamos, nos informó de un
ciclista que había fallecido el día anterior por un infarto. En Biduedo
tuvimos la oportunidad de "lidiar" con una manada de vacas que se
cruzó con nosotros, ya con el cerro Calderón a la vista.
Bien avanzada la mañana, el horizonte era un espectáculo de verdes. Las casas salpicadas por el monte, eran como añejas joyas de granito y madera vieja. Cualquier revuelta del camino era un disfrute para los sentidos. La senda se interna en innumerables "túneles" de arbolado, donde la luz más que iluminar, acaricia, y el caminar es, pese al esfuerzo, un gozo para los sentidos y "alimento" para el alma del caminante.
Antes de entrar en Triacastela, pudimos fotografiarnos
junto a un hermoso castaño de más de 800 años.
En el albergue, ya instalados y aseados, Manolo departía
con un par de yeguas que pastaban , mientras algún peregrino sesteaba en la
pradera que se extendía junto al edificio. Avanzada la tarde recogimos la
colada del tendedor, antes de ir a visitar el cementerio local y la capilla con
su esbelta torre. Y para reponer las fuerzas nada mejor que el Complexo Xacobeo
donde degustamos las especialidades de la casa.
Esa noche, Manolo expresó de la forma más convincente a
"Serguei" (un peregrino ruso que ocupaba la 4ª plaza de nuestra habitación)
cuando hay que apagar la luz; y otro de nosotros, al volver de una micción
nocturna, acabó en una cama que no era la suya (No entraremos en detalles).
Segunda etapa
14/05/2014
Triacastela - Sarria
Para ir desde Triacastela a Sarria, elegimos la ruta de San
Xil, alternativa de Samos que es algo más larga y que desde el inicio la
mañana, ese día sin niebla, se fue mostrando con todo su esplendor, aquí una
casona, un establo, un corral: piedra y
madera, luz y verdes.
A primera hora encontramos una fuente adornada con una gigante vieira blanquiverde, donde llenamos agua y Enrique posó enternecedoramente. Después de atravesar un robledal que parecía el hábitat del bandido "Fendetestas" de "El bosque animado", llegamos a un bar del camino con un soleado patio donde, después de "apretarnos" el acostumbrado almuerzo, uno del grupo dio muestras de cómo se bebe orujo a gañote. Las fotos que fuimos tomando, dan fe allí donde no alcanza la memoria, de la magia que preside el "trayecto". En Sarria nos acogieron en el albergue Don Álvaro, una antigua casona que fue residencia de un indiano, hoy convertida en un magnifico espacio para reposo de peregrinos. En su fresco patio interior hay una fuente flanqueada de rosales, y el acceso a los espacios comunes. En uno de ellos, habilitado con un hogar, la hospedera nos obsequió con una queimada con el pertinente "conxuro" incluido.
Dormimos bien, ya sea por el efecto de la queimada o que,
de alguna forma, los oídos aprenden a no oír la “sinfonía roncal”.
Tercera etapa 15/05/2014
Sarria - Portomarín
Iniciábamos la tercera singladura, y el primer hito
reseñable, fue un soberbio castaño en el inicio de un repecho, del que guardaba
testimonio fotográfico tomado diez años atrás el compañero Paco. El castaño
está igual pero Paco, no: " ... que
veinte años no es nada", pero los diez de Paco, se notaban. No obstante
ese detalle, el lugar era de una majestuosidad imponente, los castaños se
elevan y extienden su ramaje dando al lugar aspecto de formidable catedral
vegetal y los últimos jirones de niebla disipándose semejaban el incienso que
luego veríamos salir del Botafumeiro.
No debería dejar de notar, que junto al castaño en cuestión,
fue donde conocimos a Angela y Ana, dos peregrinas de las que hablaremos más
adelante. También mencionaremos a Emilia, peregrina brasilera que venía desde
Saint Jean Pied de Port, y que por mucho que intentamos "emparentarla"
con el compañero Manolo, se mantuvo erre que erre, aduciendo cierta desafección
al género varonil.
Vadeando un regato, y mientras nos hacíamos las primeras
fotos con Angela y Ana, nos adelantaron peregrinos a caballo, confirmando que
el Camino se puede hacer también de esta
forma. En un llano de la ruta, nos comimos los restos de la cena del día
anterior, por lo que esta vez, el almuerzo fue más frugal de lo acostumbrado.
Aun así, no falto la oportunidad de tomar un cafetito como excusa para
justificar la dosis de orujo acostumbrada. En un discreto zaguán pudimos
fotografiar un alambique, vestigio de labores espirituosas de otro tiempo.
Enumerar todos los pequeños detalles de la ruta, las
fuentes, los recovecos, los callejones emparrados, sería demasiado prolijo,
pero los lugares están ahí, esperando al que quiera disfrutarlos personalmente.
Rematamos la mañana con una cervecita antes de llegar a Portomarín cruzando el
puente sobre el Miño por la escalinata de Ntra. Sra. de la Nieves.
Portomarín está emplazado sobre una colina y sus más
importantes monumentos fueron rescatados del embalsamiento de Belesar en los
años 60. La Iglesia de San Nicolás y el Ayuntamiento flanquean la plaza desde
la que baja una calle porticada con todo su encanto. Frente a la Iglesia de San
Pedro, hay un parque con un monumental alambique y un estanque de nenúfares,
donde se puede reposar al tibio sol de la tarde.
Cuarta etapa 16/05/2014
Portomarín -
Palas de Reí
Para iniciar la cuarta etapa nos preparamos un ligero
desayuno en el albergue a base de soja liquida, Nescafé y algo más. Vamos, que más que desayuno, fue
penitencia.
Tras alejarnos de Portomarin, ya metidos en la espesura, tuvimos que
ascender por la falda del monte San Antonio hasta alcanzar el llano donde más
adelante, junto a una casa encontramos un magnífico hórreo de madera y piedra,
con rosetón y rematado con pináculo. También quedó testimonio de una rústica
techumbre enmaderada; soberbia en su sencillez.
No debió de ser el almuerzo muy significativo ese día,
porque no lo recuerdo. ¿O acaso fue el
lugar del "montadito" de Miguel?.
Los retamares en flor nos fueron acompañando hasta Ventas
de Narón donde algunos posamos junto al mojón
k.77, delante de una preciosa ermita. Una pareja de peregrinos, en plena
efusión, completaban la estampa. Una niña de corta edad que caminaba con su
padre, demostraba que no hay edad para hacer el Camino. Otro hórreo
encontramos, éste, de piedra y ladrillo con un frontal exquisitamente labrado,
un robusto carro, una fuente hecha en el vaciado de una piedra
¡¡¡Camino en estado puro!!!
Este día, Manolo también nos deleitó en su manejo con la
clase equina ya que no dudó en lanzarse hacia una yegua que pacía junto al
camino, para prodigarle caricias y arrumacos de los que solo él conoce
significado y resultados. Aún pudimos disfrutar de la fresca sombra que protege
la andadura, antes de llegar a Palas de Reí, tras 25 km. de caminata.
Quinta etapa 17/05/2014
Palas de Reí –
Riba de Iso
En Palas de Reí, descubrimos la ventaja de usar el servicio
de transporte de mochilas, hecho que parece un sacrilegio para el espíritu de
la peregrinación, pero que no nos pareció tan grave dada la comodidad de la
caminata al día siguiente. Este beneficio fue abrazado por buena parte del
grupo; en lo sucesivo otros, en nuestra devoción, soportamos con estoico
esfuerzo el peso de nuestros pertrechos hasta el fin del trayecto.
Ese día, tras la acostumbrada foto de inicio junto a bellas
figuras de granito nos adentramos, por Campus Leporarius, en tierras coruñesas
pasando junto la iglesia de Sta. María, con el cementerio adosado en su lado
norte y las lapidas expuestas, casi sobre el camino. Tenemos a Paco y De Marco posando
junto a un crucero, y poco más tarde, a todos posando frente a una casona, con
la participación de una gallina que se "invito" en la foto. Y otra
aparición de caballos en un cercado, que
hicieron las delicias de Manolo: "que si este es un alazán, que si el otro
es zaino, que el de allá un picaz..." Solo faltaba un careto-tordo, pero
de esta especie, no se vieron.
De esta manera, y siempre bajo la sombra del magnífico
arbolado, llegamos a Melide por cuyo magnifico puente medieval sobre el río
Furelos accedimos a la villa, famosa por el sabroso "pulpo da feria"
que allí se cocina. Pudimos plasmar en una instantánea, un magnífico ejemplar
de octópodo que un sonriente tabernero exhibía ufano. Eso era a la salida de la
taberna, donde habíamos dado cuenta de dos platos del apreciado manjar, sin que
faltaran otros tantos de pan y también de queso para hacer bulto, porque
llenarnos las tripas solo con pulpo se antojaba demasiado oneroso. De vino, fácil
que cayeran tres botellas.
Proseguimos camino, ahora con la compañía de Ángela y Ana,
madre e hija peregrinas que nos deleitaron con su especial gracejo, regalándonos
los oídos con su acento melódico de allende los mares. Si Angela es un portento
de mujer que irradia aplomo y fortaleza, poseedora de dones de los que muy bien
puede presumir, Ana es una muestra de esa juventud firmemente preparada que
viene reclamando paso para enfrentar cualquier reto, y que porta con exquisita
discreción ese potencial nada desdeñable. En el vado de un curso de agua
conseguimos una graciosa foto, donde podemos vernos en su compañía.
Era ya pasado mediodía cuando llegamos a una balsa de agua,
con una espesa capa de hojas flotando en la superficie, donde nos refrescamos
los pies hasta que un compañero decidió iniciar una batallita de agua, de la
que el más damnificado resultó ser un servidor.
Alguno de los nuestros cruzaba conversaciones con nuestras
acompañantes hasta que llegamos a Riba de Iso, donde concluimos la etapa.
Angela y Ana, siguieron tres km. más, hasta Arzua.
Es Riba de Iso un encantador enclave con un puente romano
sobre el Iso, donde en su margen derecha se apiñan varios establecimientos dedicados
a la atención del peregrino. De nuevo pudimos deleitarnos, esta vez con toda la
tarde por delante, con la apacible belleza del lugar. El puente presidiendo el
conjunto de casas de piedra y teja,
asomadas al rio que parecía ejercer de notario de la hermosura de todos los verdes
imaginables de la ribera; iluminados por la suave luz de la tarde, conferían al
lugar toda la magia que uno puede imaginar. No obstante esto, el Barca-Atlético
decisorio de la liga también tuvo sus adeptos. ¡Que el fútbol tiene su tirón !.
Sexta etapa 18/05/2014
Riba de Iso -
Pedrouzo
A las 6 de la mañana del domingo 18 de mayo salimos del
albergue de Riba de Iso. El compañero Agulló andaba con molestias en los pies y
era pertinente que madrugáramos, él por sus dolencias y los que cargábamos mochilas
por cobrarle ventaja a los compañeros que se habían desprendido de ellas, que vendrían
más ligeros.
Pronto, el compi Agulló, comprendió que no podría llevar a
cabo su propósito de cumplir la etapa, y quedó en Arzua, para coger el bus con
De Marco; los demás seguimos hasta Pedrouzo. Unos por delante y los otros como
a la caza de los primeros, anduvimos hasta que a la hora del almuerzo nos
fuimos reuniendo en torno a unos huevos con jamón que nos sirvieron en
"Sequeiro", un bar estratégicamente situado junto a la ruta, al otro
lado de la carretera, desde donde pudimos contemplar el colorista desfile de
peregrinos mientras íbamos dando cuenta del suculento almuerzo.
Era este lugar un magnífico apostadero desde el que
avizorar si entre el "hormigueo" de peregrinos venían Ángela y Ana,
pero nos tuvimos que conformar con llenar la andorga y resignarnos a continuar
camino sin su agradable compañía. Una fuente con una preciosa portada rematada
en crucero, con una inscripción del 1699, nos sirvió para hacernos unas buenas
fotos antes de acabar la etapa.
En Pedrouzo, concluida la admisión y la sesión de aseo en
el albergue, aparecieron Ángela y Ana. Entre las labores de lavado, tendido de
ropa, y la pertinente siesta, excusamos la comida del mediodía pues había que
"acumular" hambre para acometer la cena que nos esperaba:
"cocra" o carne de babilla de ternera "a la piedra". O sea
que, sobre las siete de la tarde, nos pasamos por la piedra la carne y algo de
acompañamiento con el insustituible pan. De postres, tarta de queso, cuajada, requesón,
y cómo no tras los cafés, ¡oruxo pal cuerpo!. Angela, que nos acompañaba, no le
tiró al orujo, pero no le hizo ascos al gin-tonic que nos sirvieron en la
terraza del establecimiento.
Séptima etapa 19/05/2014
Pedrouzo –
Santiago de Compostela
Había que llegar antes de las doce a Santiago para oír la
misa de peregrino; además el tiempo amenazaba lluvia para esa hora, así que
madrugamos más que nunca, y antes de las
seis de la mañana, hechas un par de fotos en el vestíbulo del albergue, tomamos
camino de Santiago.
No pasaba un cuarto de las siete, cuando pasamos junto
a un alto eucalipto en tonos azules.
Faltaba un cuarto para las ocho cuando, ya dejada atrás la valla del aeropuerto
de Lavacolla, posamos escoltando un artístico monolito con vieira, calabaza y
bordón, que anunciaba la cercanía de nuestro destino. Más adelante llegamos a
la Iglesia de San Pelayo, que data de 1840, y frente a cuya portada posó
Angela, con su personal donaire. Aún tendríamos que andar unos 3 km. pasando
junto a la RTVG (TV gallega), antes de llegar a San Marcos, antesala del Monte
do Gozo. Allí está el monumento al peregrino erigido en 1993, hito que viene a
ser la culminación de todo peregrinaje, ya que faltando todavía varios kilómetros
para llegar a Santiago, desde este punto se puede obtener la primera panorámica
de la ciudad y su catedral. Y dado que el camino restante es cuesta a abajo, se
da por sentado que "el trabajo está hecho". El ánimo se relaja, y
cada cuál asume que el esfuerzo quedó atrás y empieza el tiempo de la reflexión
de toda la significación que entraña
esta empresa.
Comprobamos los amigos que hemos conocido en estos días, y todas
las vivencias que se han ido acumulando, y como el ambiente urbano ya se deja
ver en lontananza y atrás han quedado los montes, los cursos de agua, las
casonas, la piedra y todos los verdes del campo, nos invade una lánguida
sensación de que algo de nosotros hemos dejado también en el camino, que
quedará como legado espiritual para todos los que, en lo sucesivo, se sumerjan
en esta aventura, ya que es la magia del espíritu compostelano.
La entrada en la ciudad dió lugar a que cazáramos alguna instantánea
de su conjunto monumental antes de pasar a oír misa en la Catedral o al ir a
recoger la "compostelana". Mientras esto lo hacían unos, otros
dejamos las mochilas en el albergue concertado, no muy lejos del Obradoiro.
De regreso al centro, nos cayó encima la primera lluvia en
los nueve días de estancia en Galicia y que duró apenas una hora, por lo que
pudimos despedir con sinceras muestras de afecto a Ángela y Ana, a las que
pudimos ver muy emocionadas cuando entraron en la plaza del Obradoiro; tal vez
por el ambiente que nos envolvía a todos allí, o por haber concluido con éxito
su empresa peregrina. El resto de la mañana se fue en reponer energías en Casa
Manolo donde se come bien y mucho, y ya por la tarde, unos marcharon a
descansar y otros a adquirir recuerdos para la familia.
Debe ser la capital compostelana una regia muestra de monumentalidad, que la premura de una estancia corta no permite apreciar convenientemente. Queda pendiente por mi parte, este asunto para visitas con más sosiego, pero por lo que se percibe alrededor de la Catedral, la obra es de una magnitud que sobrecoge, buena muestra del predominio que el estamento eclesial tuvo siempre en esta materia. Pero esa es otra historia.
Ocebreiro - Santiago no es para contarlo, es para vivirlo.
¡¡¡ Volveremos!!!