Camino de Santiago 2014

Peregrinos:
Ángel Sánchez, José Enrique Reig, José Luis Agulló, Manolo Amores, Miguel de Marco, Miguel Navarro, Paco Solís.


Narrado según las observaciones y vivencias personales de Ángel Sánchez.


CAMINO DE SANTIAGO 2014

No debería empezar este relato sin advertir que tenía un prejuicio por este tramo del Camino por considerarlo como una ruta demasiado trillada, un espacio poblado de "domingeros" oportunistas ansiosos por cumplir el trámite de "hacer" el Camino con un mínimo esfuerzo, y alcanzar el título, la Compostelana, como el que compra un souvenir.
Nada más llegar a Ocebreiro, esta idea se fue diluyendo, y las sensaciones que me producían las vivencias de esta aventura, es lo que voy a relatar en estas líneas.
O Cebreiro es la entrada de Galicia en el Camino. Un enclave situado a 1300 m. con un monasterio del siglo IX, la hospedería y las típicas casas de origen romano, las pallozas. Desde un montículo situado al sur, coronado por una gigantesca cruz metálica, se puede observar toda la belleza del conjunto de granito y pizarra, así como la magnífica vista que se ofrece hacia las tierras de León, con Ponferrada reposando en el valle; y al oeste, la Galicia que luego tendríamos que transitar para llegar a nuestro destino.


En la Venta Celta conocimos a Jaime, un escocés que había vivido en Ibiza y ahora lo hacía en Chipre. Luego saboreamos las primeras raciones de caldo gallego, de lacón, de empanada gallega. En  el albergue municipal, "disputamos" el alojamiento con la "Cordobesa", que luego resultaría una voz conocida en todo el trayecto.

Primera etapa 13/05/2014
Ocebreiro – Triacastela

Iniciada la marcha el día 13, la niebla, al dispersarse, nos fue descubriendo todos los matices cromáticos del entorno y la luz nítida que lo inundaba. Cruzamos primero Hospital Da Condesa, después el alto do Poio y el paraje de Fonfría, donde se inicia el descenso. En este tramo, un lugareño, al que adelantamos, nos informó de un  ciclista que había fallecido el día anterior por un infarto. En Biduedo tuvimos la oportunidad de "lidiar" con una manada de vacas que se cruzó con nosotros, ya con el cerro Calderón a la vista.


Bien avanzada la mañana, el horizonte era un espectáculo de verdes. Las casas salpicadas por el monte, eran como añejas joyas de granito y madera vieja. Cualquier revuelta del camino era un disfrute para los sentidos. La senda se interna en innumerables "túneles" de arbolado, donde la luz más que iluminar, acaricia, y el caminar es, pese al esfuerzo, un gozo para los  sentidos y "alimento" para el alma del caminante.
Antes de entrar en Triacastela, pudimos fotografiarnos junto a un hermoso castaño de más de 800 años.
En el albergue, ya instalados y aseados, Manolo departía con un par de yeguas que pastaban , mientras algún peregrino sesteaba en la pradera que se extendía junto al edificio. Avanzada la tarde recogimos la colada del tendedor, antes de ir a visitar el cementerio local y la capilla con su esbelta torre. Y para reponer las fuerzas nada mejor que el Complexo Xacobeo donde degustamos las especialidades de la casa.
Esa noche, Manolo expresó de la forma más convincente a "Serguei" (un peregrino ruso que ocupaba la 4ª plaza de nuestra habitación) cuando hay que apagar la luz; y otro de nosotros, al volver de una micción nocturna, acabó en una cama que no era la suya (No entraremos en detalles).

Segunda etapa 14/05/2014
Triacastela - Sarria

Para ir desde Triacastela a Sarria, elegimos la ruta de San Xil, alternativa de Samos que es algo más larga y que desde el inicio la mañana, ese día sin niebla, se fue mostrando con todo su esplendor, aquí una casona, un establo, un corral: piedra  y madera, luz y verdes.


A primera hora encontramos una fuente adornada con una gigante vieira blanquiverde, donde llenamos agua y Enrique posó enternecedoramente. Después de atravesar un robledal que parecía el hábitat del bandido "Fendetestas" de "El bosque animado", llegamos a un bar del camino con un soleado patio donde, después de "apretarnos" el acostumbrado almuerzo, uno del grupo dio muestras de cómo se bebe orujo a gañote. Las fotos que fuimos tomando, dan fe allí donde no alcanza la memoria, de la magia que preside el "trayecto". En Sarria nos acogieron en el albergue Don Álvaro, una antigua casona que fue residencia de un indiano, hoy convertida en un magnifico espacio para reposo de peregrinos. En su fresco patio interior hay una fuente flanqueada de rosales, y el acceso a los espacios comunes. En uno de ellos, habilitado con un hogar, la hospedera nos obsequió con una queimada con el pertinente "conxuro" incluido.
Dormimos bien, ya sea por el efecto de la queimada o que, de alguna forma, los oídos aprenden a no oír la “sinfonía roncal”.


Tercera etapa 15/05/2014
Sarria - Portomarín

Iniciábamos la tercera singladura, y el primer hito reseñable, fue un soberbio castaño en el inicio de un repecho, del que guardaba testimonio fotográfico tomado diez años atrás el compañero Paco. El castaño está igual pero Paco, no: "  ... que veinte años no es nada", pero los diez de Paco, se notaban. No obstante ese detalle, el lugar era de una majestuosidad imponente, los castaños se elevan y extienden su ramaje dando al lugar aspecto de formidable catedral vegetal y los últimos jirones de niebla disipándose semejaban el incienso que luego veríamos salir del Botafumeiro.
No debería dejar de notar, que junto al castaño en cuestión, fue donde conocimos a Angela y Ana, dos peregrinas de las que hablaremos más adelante. También mencionaremos a Emilia, peregrina brasilera que venía desde Saint Jean Pied de Port, y que por mucho que intentamos "emparentarla" con el compañero Manolo, se mantuvo erre que erre, aduciendo cierta desafección al género varonil.

Vadeando un regato, y mientras nos hacíamos las primeras fotos con Angela y Ana, nos adelantaron peregrinos a caballo, confirmando que el Camino se puede hacer también  de esta forma. En un llano de la ruta, nos comimos los restos de la cena del día anterior, por lo que esta vez, el almuerzo fue más frugal de lo acostumbrado. Aun así, no falto la oportunidad de tomar un cafetito como excusa para justificar la dosis de orujo acostumbrada. En un discreto zaguán pudimos fotografiar un alambique, vestigio de labores espirituosas de otro tiempo.
Enumerar todos los pequeños detalles de la ruta, las fuentes, los recovecos, los callejones emparrados, sería demasiado prolijo, pero los lugares están ahí, esperando al que quiera disfrutarlos personalmente. Rematamos la mañana con una cervecita antes de llegar a Portomarín cruzando el puente sobre el Miño por la escalinata de Ntra. Sra. de la Nieves.

Portomarín está emplazado sobre una colina y sus más importantes monumentos fueron rescatados del embalsamiento de Belesar en los años 60. La Iglesia de San Nicolás y el Ayuntamiento flanquean la plaza desde la que baja una calle porticada con todo su encanto. Frente a la Iglesia de San Pedro, hay un parque con un monumental alambique y un estanque de nenúfares, donde se puede reposar al tibio sol de la tarde.


Cuarta etapa 16/05/2014
Portomarín - Palas de Reí

Para iniciar la cuarta etapa nos preparamos un ligero desayuno en el albergue a base de soja liquida, Nescafé y algo más. Vamos, que más que desayuno, fue penitencia.
Tras alejarnos de Portomarin, ya metidos en la espesura, tuvimos que ascender por la falda del monte San Antonio hasta alcanzar el llano donde más adelante, junto a una casa encontramos un magnífico hórreo de madera y piedra, con rosetón y rematado con pináculo. También quedó testimonio de una rústica techumbre enmaderada; soberbia en su sencillez.
No debió de ser el almuerzo muy significativo ese día, porque no lo recuerdo. ¿O acaso fue  el lugar del "montadito" de Miguel?.
Los retamares en flor nos fueron acompañando hasta Ventas de Narón donde algunos posamos junto al mojón  k.77, delante de una preciosa ermita. Una pareja de peregrinos, en plena efusión, completaban la estampa. Una niña de corta edad que caminaba con su padre, demostraba que no hay edad para hacer el Camino. Otro hórreo encontramos, éste, de piedra y ladrillo con un frontal exquisitamente labrado, un robusto carro, una fuente hecha en el vaciado de una piedra
¡¡¡Camino en estado puro!!!
Este día, Manolo también nos deleitó en su manejo con la clase equina ya que no dudó en lanzarse hacia una yegua que pacía junto al camino, para prodigarle caricias y arrumacos de los que solo él conoce significado y resultados. Aún pudimos disfrutar de la fresca sombra que protege la andadura, antes de llegar a Palas de Reí, tras 25 km. de caminata.


Quinta etapa 17/05/2014
Palas de Reí – Riba de Iso

En Palas de Reí, descubrimos la ventaja de usar el servicio de transporte de mochilas, hecho que parece un sacrilegio para el espíritu de la peregrinación, pero que no nos pareció tan grave dada la comodidad de la caminata al día siguiente. Este beneficio fue abrazado por buena parte del grupo; en lo sucesivo otros, en nuestra devoción, soportamos con estoico esfuerzo el peso de nuestros pertrechos hasta el fin del trayecto.
Ese día, tras la acostumbrada foto de inicio junto a bellas figuras de granito nos adentramos, por Campus Leporarius, en tierras coruñesas pasando junto la iglesia de Sta. María, con el cementerio adosado en su lado norte y las lapidas expuestas, casi sobre el camino. Tenemos a Paco y De Marco posando junto a un crucero, y poco más tarde, a todos posando frente a una casona, con la participación de una gallina que se "invito" en la foto. Y otra aparición de caballos en  un cercado, que hicieron las delicias de Manolo: "que si este es un alazán, que si el otro es zaino, que el de allá un picaz..." Solo faltaba un careto-tordo, pero de esta especie, no se vieron.
De esta manera, y siempre bajo la sombra del magnífico arbolado, llegamos a Melide por cuyo magnifico puente medieval sobre el río Furelos accedimos a la villa, famosa por el sabroso "pulpo da feria" que allí se cocina. Pudimos plasmar en una instantánea, un magnífico ejemplar de octópodo que un sonriente tabernero exhibía ufano. Eso era a la salida de la taberna, donde habíamos dado cuenta de dos platos del apreciado manjar, sin que faltaran otros tantos de pan y también de queso para hacer bulto, porque llenarnos las tripas solo con pulpo se antojaba demasiado oneroso. De vino, fácil que cayeran tres botellas.

Proseguimos camino, ahora con la compañía de Ángela y Ana, madre e hija peregrinas que nos deleitaron con su especial gracejo, regalándonos los oídos con su acento melódico de allende los mares. Si Angela es un portento de mujer que irradia aplomo y fortaleza, poseedora de dones de los que muy bien puede presumir, Ana es una muestra de esa juventud firmemente preparada que viene reclamando paso para enfrentar cualquier reto, y que porta con exquisita discreción ese potencial nada desdeñable. En el vado de un curso de agua conseguimos una graciosa foto, donde podemos vernos  en su compañía.
Era ya pasado mediodía cuando llegamos a una balsa de agua, con una espesa capa de hojas flotando en la superficie, donde nos refrescamos los pies hasta que un compañero decidió iniciar una batallita de agua, de la que el más damnificado resultó ser un servidor.
Alguno de los nuestros cruzaba conversaciones con nuestras acompañantes hasta que llegamos a Riba de Iso, donde concluimos la etapa. Angela y Ana, siguieron tres km. más, hasta Arzua.

Es Riba de Iso un encantador enclave con un puente romano sobre el Iso, donde en su margen derecha se apiñan varios establecimientos dedicados a la atención del peregrino. De nuevo pudimos deleitarnos, esta vez con toda la tarde por delante, con la apacible belleza del lugar. El puente presidiendo el conjunto de casas de  piedra y teja, asomadas al rio que parecía ejercer de notario de la hermosura de todos los verdes imaginables de la ribera; iluminados por la suave luz de la tarde, conferían al lugar toda la magia que uno puede imaginar. No obstante esto, el Barca-Atlético decisorio de la liga también tuvo sus adeptos. ¡Que el fútbol tiene su tirón !.


Sexta etapa 18/05/2014
Riba de Iso - Pedrouzo

A las 6 de la mañana del domingo 18 de mayo salimos del albergue de Riba de Iso. El compañero Agulló andaba con molestias en los pies y era pertinente que madrugáramos, él por sus dolencias y los que cargábamos mochilas por cobrarle ventaja a los compañeros que se habían desprendido de ellas, que vendrían más ligeros.
Pronto, el compi Agulló, comprendió que no podría llevar a cabo su propósito de cumplir la etapa, y quedó en Arzua, para coger el bus con De Marco; los demás seguimos hasta Pedrouzo. Unos por delante y los otros como a la caza de los primeros, anduvimos hasta que a la hora del almuerzo nos fuimos reuniendo en torno a unos huevos con jamón que nos sirvieron en "Sequeiro", un bar estratégicamente situado junto a la ruta, al otro lado de la carretera, desde donde pudimos contemplar el colorista desfile de peregrinos mientras íbamos dando cuenta del suculento almuerzo.
Era este lugar un magnífico apostadero desde el que avizorar si entre el "hormigueo" de peregrinos venían Ángela y Ana, pero nos tuvimos que conformar con llenar la andorga y resignarnos a continuar camino sin su agradable compañía. Una fuente con una preciosa portada rematada en crucero, con una inscripción del 1699, nos sirvió para hacernos unas buenas fotos antes de acabar la etapa.

En Pedrouzo, concluida la admisión y la sesión de aseo en el albergue, aparecieron Ángela y Ana. Entre las labores de lavado, tendido de ropa, y la pertinente siesta, excusamos la comida del mediodía pues había que "acumular" hambre para acometer la cena que nos esperaba: "cocra" o carne de babilla de ternera "a la piedra". O sea que, sobre las siete de la tarde, nos pasamos por la piedra la carne y algo de acompañamiento con el insustituible pan. De postres, tarta de queso, cuajada, requesón, y cómo no tras los cafés, ¡oruxo pal cuerpo!. Angela, que nos acompañaba, no le tiró al orujo, pero no le hizo ascos al gin-tonic que nos sirvieron en la terraza del establecimiento.


Séptima etapa 19/05/2014
Pedrouzo – Santiago de Compostela

Había que llegar antes de las doce a Santiago para oír la misa de peregrino; además el tiempo amenazaba lluvia para esa hora, así que madrugamos más que nunca, y antes de  las seis de la mañana, hechas un par de fotos en el vestíbulo del albergue, tomamos camino de Santiago.
No pasaba un cuarto de las siete, cuando pasamos junto a  un alto eucalipto en tonos azules. Faltaba un cuarto para las ocho cuando, ya dejada atrás la valla del aeropuerto de Lavacolla, posamos escoltando un artístico monolito con vieira, calabaza y bordón, que anunciaba la cercanía de nuestro destino. Más adelante llegamos a la Iglesia de San Pelayo, que data de 1840, y frente a cuya portada posó Angela, con su personal donaire. Aún tendríamos que andar unos 3 km. pasando junto a la RTVG (TV gallega), antes de llegar a San Marcos, antesala del Monte do Gozo. Allí está el monumento al peregrino erigido en 1993, hito que viene a ser la culminación de todo peregrinaje, ya que faltando todavía varios kilómetros para llegar a Santiago, desde este punto se puede obtener la primera panorámica de la ciudad y su catedral. Y dado que el camino restante es cuesta a abajo, se da por sentado que "el trabajo está hecho". El ánimo se relaja, y cada cuál asume que el esfuerzo quedó atrás y empieza el tiempo de la reflexión de toda la  significación que entraña esta empresa.
Comprobamos los amigos que hemos conocido en estos días, y todas las vivencias que se han ido acumulando, y como el ambiente urbano ya se deja ver en lontananza y atrás han quedado los montes, los cursos de agua, las casonas, la piedra y todos los verdes del campo, nos invade una lánguida sensación de que algo de nosotros hemos dejado también en el camino, que quedará como legado espiritual para todos los que, en lo sucesivo, se sumerjan en esta aventura, ya que es la magia del espíritu compostelano.

La entrada en la ciudad dió lugar a que cazáramos alguna instantánea de su conjunto monumental antes de pasar a oír misa en la Catedral o al ir a recoger la "compostelana". Mientras esto lo hacían unos, otros dejamos las mochilas en el albergue concertado, no muy lejos del Obradoiro.
De regreso al centro, nos cayó encima la primera lluvia en los nueve días de estancia en Galicia y que duró apenas una hora, por lo que pudimos despedir con sinceras muestras de afecto a Ángela y Ana, a las que pudimos ver muy emocionadas cuando entraron en la plaza del Obradoiro; tal vez por el ambiente que nos envolvía a todos allí, o por haber concluido con éxito su empresa peregrina. El resto de la mañana se fue en reponer energías en Casa Manolo donde se come bien y mucho, y ya por la tarde, unos marcharon a descansar y otros a adquirir recuerdos para la familia.


Debe ser la capital compostelana una regia muestra de monumentalidad, que la premura de una estancia corta no permite apreciar convenientemente. Queda pendiente por mi parte, este asunto para visitas con más sosiego, pero por lo que se percibe alrededor de la Catedral, la obra es de una magnitud que sobrecoge, buena muestra del predominio que el estamento eclesial tuvo siempre en esta materia. Pero esa es otra historia.
Ocebreiro - Santiago no es para contarlo, es para vivirlo. ¡¡¡ Volveremos!!!